Sociedad mediática y de la información

Quienes creen que hoy se gobierna prescindiendo de los medios de comunicación, se equivocan rotundamente.

La verdad es que gobernar significa en la actualidad, más que tomar decisiones, comunicar lo que se quiere hacer, cómo se desea realizar estas obras y, quizás lo más importante, informar acerca de los resultados de ellas cuando han concluido exitosamente.

Si no se hace así todo queda en el más completo anonimato, aunque haya autoridades que estén desarrollando silenciosamente acciones que vayan en beneficio de la comunidad.

Definitivamente, lo que no se comunica no existe.

Lo que no se proyecta a través de los medios de comunicación no tiene ningún efecto.

Porque vivimos en una sociedad mediática, que valida sólo lo que se informa a través de los medios de comunicación.

Y como ya estamos entrando a la velocidad de la luz en la sociedad de la información veremos que en el futuro internet será el medio que se agregará a esta confirmación del trabajo de la autoridad.

Los liderazgos, por su parte, también se construyen utilizando los medios de comunicación. No hay más. Sólo podremos considerar o reconocer influencias limitadas sin el concurso de los medios de comunicación.

De allí es que tengamos hoy ministros en el gobierno de turno que parecen fantasmas sin sabana que los cobije. Porque no han logrado ni siquiera la mención de un par de líneas en el “Eco de Lourdes” desde que asumieron sus cargos. Es decir, no existen, no hay conocimiento alguno sobre ellos, por lo que debemos concluir que nada han hecho, que nada ha pasado en su ministerio.

Las adhesiones se consiguen con la permanencia constante en los medios de comunicación. Con opiniones sobre todos los hechos más relevantes de la contingencia política, social y económica. Apropiándose de la agenda noticiosa.

Entonces si se quiere buscar apoyos para ciertos temas que se califican como cruciales para el avance gubernamental, hay que estar dispuesto a la sobreexposición mediática. Hay que aconsejarles a los ministros transitar más asiduamente por cualquier patio del palacio de La Moneda con el fin de tener a los reporteros cerca y hacerles declaraciones sobre la preocupación del gobierno por ciertos temas o simplemente para atacar o responder a la oposición.

Lo mismo ocurre con las instituciones, sean de cualquier índole. Si esperan ser protagonistas activos dentro de nuestra sociedad tienen que salir a exponerse en los medios. Deben tener respuesta para todo lo que se les pueda consultar. O, más bien, deben tener el deseo de obtener una cuota de poder, aunque sea pequeño, para poder influir en su sector y recibir el respaldo de la ciudadanía.

En síntesis, que duda cabe que los medios de comunicación son los grandes expositores de los temas a comentar y discutir en todas las instancias de nuestra sociedad. Ellos tienen el poder de manejar la agenda y las audiencias interpretar las propuestas como se les antoje. Siempre dentro de un marco limitado en que imperan las necesidades reales con aquellas que se quiere manipular o mantener vigentes en la memoria colectiva en forma permanente.

FIN